Un empleado lejos de si, olvida dormir tranquilo
aquella mañana,
despierta premuramente
se viste, toma el cafe preparado habitualmente,
corre a tomar el autobus,
llega a su trabajo, y el vigia ajeno le recuerda,
no teneis a que venir aqui.
Un joven, ni tan joven, pasa todas las tardes,
por dulces y regalos,
duchado y perfumado,
entre la calles de su pueblo,
va sigilosamente cantando,
cerca de aquella casa,
un vecino le reccuerda,
aquella dama no es mas
tu amada.
Una noche, sin celestes ni luna
me recuerda que el sol ya nunca
brotará.
miércoles, 16 de enero de 2008
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